SEPTIEMBRE 2010
El siguiente trabajo es una reflexión acerca de la confrontación del trabajo docente con mi profesión, corresponde a la unidad 1, de la especialización en competencias docentes, en donde se retoman ideas del pedagogo José M. Esteve.
Como casi todo el mundo, yo me inicié en la enseñanza con muchas faltas pedagógicas; quizás porque, nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error.
La causa principal se debe a que la mayoría de los que trabajamos en la educación media superior, provenimos de profesiones diversas, que en apariencia no tienen relación con la enseñanza, así que nos lanzamos a la práctica más que con los recuerdos que tenemos de los profesores que nos impartieron clases, y de esta manera reproducimos los errores aprendidos de ellos a través de los años de clase.
Y que para allanar esas faltas pedagógicas José M. Esteve, sugiere:
“ser maestro de humanidad. Lo único que de verdad importa es ayudarles a comprenderse a sí mismos y a entender el mundo que les rodea. Para ello, no hay otro camino que rescatar, en cada una de nuestras lecciones, el valor humano del conocimiento”.
Así pues, considerar al hombre como centro del conocimiento, creyendo que el hombre es un ser dotado de razón y que puede ser libre y crítico, al no creer ni aceptar todo porque sí, sino que someterlo a examen y juzgar las irregularidades con más libertad, dentro de lo que cabe.
Es decir, buscar en ellos una formación integral, esto es, saber de todo; tal vez lo contrario que ahora, que se tiende más a la especialización, a saber mucho de una materia, aunque se desconozca lo elemental de otras muchas.
Razón por la cual, antes de explicar un tema, necesito preguntarme qué sentido tiene el que yo me ponga ante un grupo de alumnos para hablar de esos contenidos, qué les voy a aportar, qué espero conseguir.
De que manera voy a transmitir lo pensado, que nuevas herramientas voy a emplear para poder aterrizar a nivel personal los conocimientos y que estos sean significativos para el alumno.
Como plantear al alumno su nuevo papel, e indicarle en forma general la historicidad de su hacer en el aula pasivo-receptivo-activo, y finalmente darme cuenta que es necesario reaprender sobre las estrategias centradas en el aprendizaje.
Con todas estas premisas y dudas es como inicie mi labor docente, después de desarrollar actividades en la industria. Trabaje en una empresa que se llama Xactico, ubicada en Atizapán de Zaragoza, estado de México, algunas veces me enviaban a la sucursal que tenían en Reynosa Tamaulipas. El ramo al que pertenecían era de transformación, específicamente la inyección y extrusión en pared delgada.
De ahí me traslade al estado de Morelos, dedicándome otro tiempo más a la industria, primero en una industria química que fabricaba un producto utilizado en la agricultura, técnicamente lo llamábamos “mancozeb”, su función era la de “secar” la planta cuando existía un exceso de agua (lluvia).
Finalmente trabaje en una industria textil, en el área de tintorería, no hay mucho que contar.
Así que mi primer contacto con la enseñanza fue en el año 2001, justamente en el CECyTE, no imaginaba lo importante de la enseñanza, interesante, apasionante y constructiva, pues en nuestras manos están las esperanzas de jóvenes, las cuales nosotros podemos destruir o motivar.
Difícil al inicio, pues como se habrán dado cuenta provengo de un perfil profesional diferente al pedagógico, soy ingeniero químico industrial, lo cuál ha ido superándose mediante cursos intersemestrales que la institución ofrece, además tome un posgrado de maestría en docencia, habiéndome titulado ya (diciembre 03, 2009).
Con respecto a la práctica a nivel de aula, los primeros años fueron de reto cualitativo, no es lo mismo producir 50 toneladas de platos pasteleros desechables, que 50 alumnos que cumplan con el perfil de egreso, y que estos puedan contextualizar lo aprendido. Es por ello que respeto mucho la labor docente y tomo muy en serio mi trabajo.
Las primeras planeaciones debo de admitirlo quedaban mucho a deber, con el paso de los años se han mejorado enormemente, la riqueza de las actividades de aprendizaje son más significativas. Pero cuesta mucho trabajo, llenar las lagunas que el proceso educativo va creando.
Los índices de deserción son preocupantes, las causas se han identificado y se “salvan” aquellos casos que son posibles. Una de las medidas para hacerlo es el programa de tutorías, nosotros los docentes participamos, se nos asignan alumnos con problemas de posible deserción y de bajo rendimiento académico, se les da acompañamiento.
Por otro lado, el problema consiste en elaborar la propia identidad profesional. Lo cual implica cambiar la mentalidad, desde la posición del alumno que hemos sido, hasta descubrir en qué consiste ser profesor.
Aunado a este cambio de mentalidad estaría la propuesta de la formación docente, como alternativa pedagógica para trasformar la educación. Ya que todos los que estudiamos en algún momento dentro de una escuela, nos encontramos en algún tipo de epistemología y de currículo, lo que nos permitirá identificar la corriente filosófica y su didáctica. Lo extraño es que las escuelas generalmente no prestan atención a la explicación sobre las bases del modelo educativo de cada escuela. Uno de los problemas que encontramos en la educación mexicana es la gran cantidad de escuelas que muchas veces no tienen una estructura curricular específica ni un modelo educativo coherente con este.
Así pues, lo expresa José M. Esteve, al llegar al trabajo práctico en la enseñanza, el profesor se encuentra con que tiene claro el modelo de profesor ideal, pero no sabe cómo hacerlo realidad. Tiene claro lo que debería hacer en clase, pero no sabe cómo hacerlo. Así que el profesor tiene que solucionar los problemas prácticos que implica entrar en una clase, cerrar la puerta y quedarse a solas con un grupo de alumnos.
Por lo que, un profesor debe tener dominio de técnicas de comunicación, ya que es un intermediario entre el conocimiento y los alumnos, ya que las situaciones de enseñanza se desarrollan en un ámbito grupal, exigiendo de los profesores un dominio de las técnicas de comunicación grupal.
Por tanto, el nuevo papel del docente dista mucho de aquel que se consideraba la autoridad máxima en el aula, hoy su rol es la de un facilitador un mediador entre el conocimiento y el alumno. Que para lograrlo es necesario actualizarse y desarrollar nuevas técnicas acordes al nuevo papel del alumno, quien ha dejado de ser pasivo y receptivo para se activo y constructor de su propio conocimiento.
Otro obstáculo serio a superar, quizás el que genera en los profesores la mayor ansiedad, es el problema de la disciplina. En realidad, es un problema muy unido a nuestros sentimientos de seguridad y a nuestra propia identidad como profesores. Este conflicto de autoridad se resuelve haciendo del profesor un administrador de los estímulos respuestas y reforzamientos que aseguran la aparición de conductas deseables.
Así, el problema del poder, en la institución escolar propicia una toma de conciencia de que la escuela es un centro de contradicciones psicológicas, económicas y políticas. Este análisis es el que rescata el verdadero poder que como clases institucionales tienen profesores y alumnos, así, el docente se cuestiona su propia autoridad a la luz del tradicional autoritarismo pedagógico.
Podemos ahora decir algo respecto a una formación, es decir, una singular, pues escribir sobre la formación docente resulta complicado, la idea general de tratar de concientizar a todos los dicentes en la dirección del proceso enseñanza-aprendizaje respecto a la necesidad de cambiar paradigmas que en la actualidad ya no son funcionales y crear en ellos la convicción de participar en el cambio, es decir manifestar con sus acciones precisamente la aceptación al cambio y dejar atrás esa resistencia que no permite tener nuevos logros, sino por el contrario que solo produce estancamientos y el seguir dentro de una enseñanza tradicional que no da lugar a los avances que la época actual exige. Es necesario hacer la reflexión que los objetivos buscados con la propuesta de formación docente como una alternativa pedagógica para transformar la educación, implica una serie de problemática a resolver ya que incluso podremos llegar a necesidades como la de actualización.